Amanecer Bajío | Internacional
Albania sorprendió al mundo con un anuncio que marca un antes y un después en la política global: el nombramiento de Diella, la primera ministra de gobierno creada a partir de inteligencia artificial (IA).
Su nombre, que en albanés significa “luz del sol”, fue revelado por el primer ministro Edi Rama durante la asamblea del Partido Socialista, en la que presentó los ajustes de su gabinete tras las elecciones de mayo. Lo innovador no es solo que Diella no existe en carne y hueso, sino que funcionará como un sistema algorítmico para supervisar las licitaciones públicas del Estado, con el objetivo de combatir la corrupción y garantizar transparencia en el uso de recursos.
Incluso, Diella tiene un avatar digital: una mujer de mediana edad vestida con traje tradicional albanés, un gesto simbólico que conecta la modernidad tecnológica con la identidad cultural del país.
“Los contratos públicos serán 100% legibles y exentos de corrupción”, prometió Rama al presentar a la nueva integrante de su gabinete, que no ocupa oficina ni despacho, pues existe únicamente en el mundo virtual.
El debate detrás de una ministra virtual
La llegada de Diella plantea un debate profundo: ¿hasta dónde es seguro delegar decisiones de gobierno a algoritmos?
Por más avanzados que sean, los sistemas de IA dependen de los datos con los que fueron entrenados, lo que abre la puerta a sesgos, favoritismos o errores que podrían afectar la asignación de contratos. Además, si una decisión automatizada causa un perjuicio, surge una pregunta clave: ¿quién asume la responsabilidad política o legal?
Los expertos en ciberseguridad advierten también que un modelo así puede ser vulnerable a fallas o hackeos, un riesgo enorme tratándose de información gubernamental sensible.
Un debate mundial sobre política y algoritmos
El caso de Albania se inserta en una tendencia global. En Suecia, por ejemplo, el primer ministro Ulf Kristersson reconoció públicamente que usa herramientas como ChatGPT para obtener una “segunda opinión” en sus decisiones, lo que generó un debate sobre el papel creciente de la IA en la política moderna.
Aunque, en teoría, este tipo de sistemas podrían liberar a los funcionarios humanos de tareas rutinarias para enfocarse en la estrategia y la diplomacia, también crece la inquietud sobre un escenario donde los algoritmos asuman cada vez más control en temas críticos.
Una nueva era de gobernanza digital
El nombramiento de Diella no solo es un experimento tecnológico: es un cambio cultural y político. Representa la posibilidad de que los gobiernos se transformen en estructuras híbridas, donde las máquinas no solo apoyen, sino también formen parte activa de la toma de decisiones.
¿Estamos listos para que sistemas que carecen de ética, intuición o empatía decidan sobre temas de interés público? Esa es la pregunta que Albania ha puesto sobre la mesa, y cuya respuesta podría definir el rumbo de la gobernanza digital en el mundo.
Según la consultora Gartner, para 2026 más del 30% de las decisiones personales y empresariales estarán influenciadas directamente por asistentes de inteligencia artificial. Albania, con Diella, parece haberse adelantado a ese futuro.


















